QUEBEC SIN FE NI VALORES

Cuando el río suena...!! Y si pues, aunque ya lo había comentado en alguno de mis editoriales, vale la pena recordarlo una vez más : Quebec es una sociedad sin fé y sin valores morales. Y esta vez no salió de mi boca, sino como resultado de un sondeo que efectuó el Journal de Montreal y que fuera publicado el día de ayer.

Resultado de una revolución de pensamiento en la que se mezclaron papas con camotes (política, nacionalismo y religión), la nueva generación absorbió la lección de los padres...renegaron de la religión y se dieron al libertinaje. A riesgo de sonar anticuado (y prefiero serlo!), sólo es cuestión de ver a los jóvenes como se comportan en la calle o escuchar con lástimas sus pocas aspiraciones profesionales o ver como tanto padres como hijos se manejan sin modales.

Y todo cae en lo absurdo. Hace una semana cuando me estacionaba en el parking de un centro comercial, una señora pasó por el lado de mi ventana y me pidió molesta que apagara el motor (no tenía ni 2 minutos de estacionarme, cuando la ley indica 3 para calentar un auto estacionado) porque estaba contaminando el ambiente. Al ver la escena le recomendé que mejor se fijara en su hija que iba un poco más adelante con su noviecito (ambos de no más de 15 años) abrazados y él agarrándole el trasero. Y más de estas absurdas contradicciones las comenta el periodista Ricard Martineau en su columna Il était une foi.

La piedra angular de toda sociedad es la familia y eso está destruido en Quebec, en donde la tasa de divorcios es de más de 55%, 20% son familias reconstituidas, 1 de cada 3 familias es monoparental y la edad mínima en que los jóvenes quebecoise se independizan es de 14 años.

Talvés estemos viviendo en una sociedad próspera económicamente, más segura y en donde podemos ver más rápidamente los resultados de nuestro esfuerzo; pero nada de esto valdrá la pena si a cambio de ello sacrificamos los valores de nuestra familia y en especial, si dejamos que nuestros hijos desperdicien sus vidas.

No seamos parte de las estadísticas, sino más bien seamos parte de la vida de nuestros hijos.